Ellas son mi destino.
Nuestra vida no es el designio de ningún creador.
Somos azar.
No está escrito nuestro porvenir en ningún libro.
Solo es el fruto de cientos de decisiones propias y ajenas , presentes y pasadas.
Casualidades. Azar. Causalidades.
Mi decisión es disfrutar de la vida a cada segundo. Ser feliz con los que me rodean. Aprovechar cada rayo de sol.
Mi destino es hacerlas felices , darles una infancia infantil , una joven juventud , darles alas para volar , sueños por realizar.
Nada se puede comparar a su risa , nada es como su alegría. Su inocencia. Su ilusión. Su ternura. Mi vida es para ellas.
Ellas serán mi memoria.
Ellas son mi destino.
Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos. Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas. Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar
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