La luz del otoño es hermosa en Numancia de la Sagra/Azaña. Me gusta vivir aquí.Ya huele a chimenea y a invierno. Las calles suenan a silencio y frío. No negaré que en ocasiones añoro Madrid , pero finalmente no cambio la tranquilidad de vivir aquí por el bullicio de la ciudad. Cierto que andamos escasos de algunos servicios, pero de momento los suplimos a golpe de coche. Fue una buena decisión elegir Numancia para vivir. Muchas cosas no hubieran sido sin ella. Aquí tengo lo que nunca tuve. Ay, si tuviera mar....
Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos. Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas. Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar
Comentarios
Publicar un comentario